- por neuronea
- en Senior
En la vida cotidiana estamos sometidos a una gran cantidad de información y gracias a los tipos de memoria podemos codificarla, almacenarla y recuperarla.
¿De qué tipo de información estamos hablando? De hechos, ideas, sensaciones o conceptos (y sus interrelaciones), es decir cualquier información que hayamos experimentado y/o aprendido.
Al hablar de memoria, la estructura cerebral en la que se suele pensar es el hipocampo y, aunque juega un gran papel en esta función cognitiva superior, otras áreas cerebrales también participan. Por tanto, no existe una única localización cerebral que se encargue de la memoria.
Gracias a la memoria podemos reconocer como algo familiar aspectos de nuestro entorno, desde personas a objetos. Pero también gracias a la memoria podemos saber quiénes somos o donde nacimos a la vez que nos permite organizar nuestra vida y saber por ejemplo que la próxima semana tenemos cita con el dentista.
Los tres tipos de memoria que tenemos
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- La sensorial
- La memoria a corto plazo
- La memoria a largo plazo
En el siguiente esquema se muestra un resumen de los principales tipos de memoria y sus subtipos.
Conozcamos brevemente un poco más acerca de estos tipos de memoria:
La memoria sensorial
Es la primera conexión con el entorno y es la que recoge información (inputs) de tipo visual (icónica), auditiva (ecoica) o táctil (háptica). A través de esta memoria, también se recoge información gustativa y olfativa. Así, esta memoria es la que obtiene información a través de los 5 sentidos.
El tipo de memoria a corto plazo
Tiene como característica principal su limitada capacidad de almacenamiento de información. En ella se incluye la memoria de trabajo u operativa que es la que nos permite retener la información para manipularla (por ejemplo, cuando realizamos un cálculo mental).
La memoria a largo plazo se divide en dos
La memoria declarativa o explícita
Cuyo acceso es voluntario, a su vez está formada por la memoria semántica que sería aquella que contiene el conocimiento del mundo y que permite “saber” y expresar a través de palabras y, por otro lado, la memoria episódica que sería el conocimiento relacionado con nuestras propias experiencias y vivencias personales. Tulving (1972) la definió como “el conocimiento consciente de acontecimientos o episodios datados temporalmente, localizados espacialmente y experimentados personalmente”.
La memoria no declarativa o implícita
Hace referencia al “saber hacer”. Dentro de esta memoria, también conocida como procedimental, se incluyen las destrezas motoras que hemos podido adquirir a lo largo de nuestra vida pero también aquel conocimiento adquirido a través del condicionamiento, tanto clásico como operante. El acceso a esta memoria es implícito, simplemente “se sabe hacer”.
Ahora ya conoces un poquito más sobre esta increíble y compleja función cognitiva llamada memoria. En futuros post conoceremos cómo se puede ver afectada y también como se puede entrenar y mejorar.
Mientras tanto…¡a neuronear!